venres, 29 de xullo de 2022

Diario de un perro con demencia (disfunción cognitiva)

Hoy me he despertado en mitad de la noche sobresaltado, no sabía dónde estaba y sólo buscaba el contacto con mis humanas. Hace un tiempo me tiré varios meses durmiendo en su cama, pegadito, muy pegadito a sus cuerpos... hoy quise volver pero no pude. En mitad de la noche, cuando la oscuridad y el silencio lo abruma todo es difícil encontrarse a sí mismo, hasta cuando estás en plenas facultades mentales. Yo llevo algún tiempo con algo que llaman disfunción cognitiva. Mis humanas dicen que actúo raro, que me he vuelto una lapa y que en ocasiones me despisto.

Día tropecientos. 

Sé que estamos en Vigo porque mi cama está entre el armario y el lado de la cama de la humana que más tiempo pasa con nosotros los cánidos de casa, puedo olerlo y aún así no me siento bien aquí tumbado. Como si de un resorte se tratara mi cuerpo salta para ponerme en pie, no sé por qué motivo pero aquí me encuentro... Todo está en silencio, de vez en cuando un leve sonido de respiración se escucha en la habitación pero yo no alcanzo a ver nada. Huelo a mis humanas, sé que están cerca pero no sé exactamente donde... empiezo a caminar, el ruido de mis uñas contra la tarima flotante del suelo de la habitación pone en alerta a la humana, de pronto una luz de móvil da sentido a la habitación, puedo ver la cama y la mesilla de noche a los pies de la cama (la movieron para poder ubicar mi cama entre el armario y el lugar donde descansan las humanas), me doy un paseo por la habitación tratando de subirme sobre el colchón donde reposan las humanas, de pronto una voz me dice que no lo haga y una mano con el móvil me hace señales para que vuelva a mi lugar. "Koi, aquí" me repite una y otra vez, "no" me dice cuando intento subirme de nuevo a su cama... "Koi, ven, vamos..." y me guía con la luz del teléfono para poder volver sano y salvo a mi cama. Me tumbo, me relamo un poco las patas delanteras a modo de ritual y me duerno una vez se apaga la luz y un brazo colgante me acompaña en mi cama, la mano me acaricia un poco y luego respiro profundo. De nuevo a dormir hasta que llega la mañana, suena el despertador y la otra humana (la que duerme en el lado más alejado de mi cama) se va a trabajar, un rato después me levantaré yo para irme al salón con mis hermanos caninos una vez la otra humana se levanta para desayunar y se dispone a bajarnos a la calle. Me gusta ese momento, salir a la calle, oler las esquinas del barrio, mear los arbustos y con suerte pasear sin correa en el parque que hay cerca de casa. 

El otro día un perro mestizo negro me ladró con una pelota de tenis en la boca, creo que tiene mucho arte para poder hacer esas cosas. Yo le ignoré.