venres, 29 de xullo de 2022

Diario de un perro con demencia (disfunción cognitiva)

Hoy me he despertado en mitad de la noche sobresaltado, no sabía dónde estaba y sólo buscaba el contacto con mis humanas. Hace un tiempo me tiré varios meses durmiendo en su cama, pegadito, muy pegadito a sus cuerpos... hoy quise volver pero no pude. En mitad de la noche, cuando la oscuridad y el silencio lo abruma todo es difícil encontrarse a sí mismo, hasta cuando estás en plenas facultades mentales. Yo llevo algún tiempo con algo que llaman disfunción cognitiva. Mis humanas dicen que actúo raro, que me he vuelto una lapa y que en ocasiones me despisto.

Día tropecientos. 

Sé que estamos en Vigo porque mi cama está entre el armario y el lado de la cama de la humana que más tiempo pasa con nosotros los cánidos de casa, puedo olerlo y aún así no me siento bien aquí tumbado. Como si de un resorte se tratara mi cuerpo salta para ponerme en pie, no sé por qué motivo pero aquí me encuentro... Todo está en silencio, de vez en cuando un leve sonido de respiración se escucha en la habitación pero yo no alcanzo a ver nada. Huelo a mis humanas, sé que están cerca pero no sé exactamente donde... empiezo a caminar, el ruido de mis uñas contra la tarima flotante del suelo de la habitación pone en alerta a la humana, de pronto una luz de móvil da sentido a la habitación, puedo ver la cama y la mesilla de noche a los pies de la cama (la movieron para poder ubicar mi cama entre el armario y el lugar donde descansan las humanas), me doy un paseo por la habitación tratando de subirme sobre el colchón donde reposan las humanas, de pronto una voz me dice que no lo haga y una mano con el móvil me hace señales para que vuelva a mi lugar. "Koi, aquí" me repite una y otra vez, "no" me dice cuando intento subirme de nuevo a su cama... "Koi, ven, vamos..." y me guía con la luz del teléfono para poder volver sano y salvo a mi cama. Me tumbo, me relamo un poco las patas delanteras a modo de ritual y me duerno una vez se apaga la luz y un brazo colgante me acompaña en mi cama, la mano me acaricia un poco y luego respiro profundo. De nuevo a dormir hasta que llega la mañana, suena el despertador y la otra humana (la que duerme en el lado más alejado de mi cama) se va a trabajar, un rato después me levantaré yo para irme al salón con mis hermanos caninos una vez la otra humana se levanta para desayunar y se dispone a bajarnos a la calle. Me gusta ese momento, salir a la calle, oler las esquinas del barrio, mear los arbustos y con suerte pasear sin correa en el parque que hay cerca de casa. 

El otro día un perro mestizo negro me ladró con una pelota de tenis en la boca, creo que tiene mucho arte para poder hacer esas cosas. Yo le ignoré. 

luns, 25 de outubro de 2021

¿Nos habremos conocido en otra vida?

 - ¿Nos habremos conocido en otra vida?


- No sé, quizás... hay momentos de mi vida y con gente muy concreta con la que he tenido esa sensación.

- ¿Crees que sería posible?

- Probablemente... pero aunque soy una persona bastante racional dice la comunidad científica que la energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma. Ya te digo que no soy experta pero si realmente lo que nos hace personas y no trozos de carne con ropa es esa chispa, esa energía, ese no sé qué, el alma dirán las personas creyentes... algo desde luego nos distingue, no sé como explicarlo.

- Creo que sé por donde vas...

- Te pongo un ejemplo, he tenido la desgracia de perder a mi padre por una enfermedad que no viene al caso y yo estaba presente cuando su "chispa" se fue. Su expresión cambió tras la exhalación del último aliento. Estaba allí y en cuestión de un segundo él se había ido y sólo había quedado su cuerpo... No sé explicarlo, si has tenido que presenciar algo similar lo entenderás perfectamente... Es como si fuésemos un huevo y lo que hay dentro nos hace persona pero en ese momento estaba sólo la cáscara. No sé... es algo extraño, triste y bonito a la vez...

- Sé a lo que te refieres.

- Y siguiendo esa línea de pensamiento si realmente lo que hay dentro del huevo es lo que nos hace persona, esa energía nos da la cualidad de vivir y ser humanas, cuando ya no está no ha podido ser destruida, se ha ido a alguna parte o se ha transformado... No lo digo yo, lo dice la comunidad científica, insisto...

- ¿Y nunca has experimentado lo que la gente llama un "dejavú"?, ¿conocer un sitio en el que nunca has estado?, ¿hacer algo nuevo con la sensación de haberlo hecho antes? o ¿conocer a alguien que no conocías y sentir que lo haces desde hace mucho? Puede estar relacionado con esto que me comentas ¿no crees?

- Tal vez, aunque mi parte más racional cree que no pueda ser posible.

- ¿Por qué no le das rienda suelta a tu imaginación y te dejas ir como cuando te pones a escribir cuentos?

- En la vida real me cuesta un poco, cuando escribo estoy delante de una pantalla y nadie me ve.

- Pues haz como Karen en Memorias de África y déjate de llevar, a veces no está de mas y sienta genial.

- Vale, entonces empieza tú con la historia.

- Nos conocimos en otra vida, en el Castro de Baroña... ¡sigue!

- … corría el año 1 A.C, aquella península amurallada contaba con una población bastante limitada, a penas unos cientos de personas vivían allí y yo era una de esas personas, una afortunada. El pequeño poblado situado en aquella península del actual Porto do Son, era un lugar fantástico y acogedor, una muralla nos protegía de posibles amenazas humanas y también de posibles ataques de animales salvajes. Teníamos una forja enorme a la entrada del poblado a que me gustaba ir en los días de más frío, el fuego además de calentarnos los cuerpos nos inspiraba para contar historias al atardecer, era algo mágico, por ello cada vivienda contaba con el suyo propio, pero el de la forja era espectacular. Cuando se metía el sol la puerta del poblado se cerraba a cal y canto para que nadie pudiese entrar o salir del lugar hasta que volvía a amanecer.

Cada mañana al levantar el sol se abría de nuevo la muralla y las mujeres más jóvenes del lugar teníamos que ir a buscar agua para el resto de la comunidad, los hombres salían al mar en pequeñas embarcaciones rudimentarias para pescar y si el tiempo no era lo bastante bueno les tocaba pescar desde las rocas. Las mujeres mayores del poblado se encargaban del cuidado del hogar y de los más pequeños, los niños y las niñas ayudaban en el cuidado de los huertos a los más ancianos del lugar que se encargan de tenerlo a punto para optimizar la producción: arrancar malas hierbas, recolectar hortalizas o regar eran unas de sus muchas labores... El espacio era reducido, el pueblo no podía crecer más allá de la península pues sería imposible defenderlo y teníamos que optimizar el espacio de la mejor manera posible. El número de viviendas era limitado y los huertos no podían crecer sobre el mar, las rocas de aquel lugar nos servían para protegernos del fuerte viento que por momentos arreciaba en los fríos días de invierno.

En una de mis excursiones a por agua conocí a Erea, una mujer joven de un pueblo cercano que iba a por agua a por el manantial a donde acudíamos a diario. Al principio nos limitamos a hacer nuestro trabajo pero con el paso del tiempo comenzamos a hablar, nos caímos bien y conectamos de manera muy natural. Las demás mujeres de mi poblado eran algo más reacias a entablar amistades con extrañas porque se dejaban llevar por los miedos que nuestros ancestros nos habían inculcado a través de leyendas absurdas de mujeres brujas, hombres que se transformaban en lobo y otras historias para no dormir. Yo siempre creí que el ser humano era bueno por naturaleza y confié en poder hablar con gente de poblados cercanos si la ocasión se terciaba. Al llegar al pueblo alguien me acusó ante las autoridades locales de haber dado información sobre nuestra ubicación a gente desconocida, a nuestros enemigos, traté de defenderme sin éxito y me exiliaron. Me prohibieron volver al Castro de por vida y me cerraron la puerta al atardecer, el cielo se ensombreció al mismo tiempo que mi mirada, me dejaron una ración de pan para dos días y algo de cecina para que pudiera comer. Mi alma se rompió en mil pedazos en ese momento y el viento empezó a arreciar, sabía que no podría aguantar mucho a la intemperie, tenía que buscar un refugio pues parecía que una tormenta se avecinaba. Caminé hasta la fuente donde a diario durante tres años acudía a por agua, llené la bota de agua y bebí algo de aquel manantial, me quedé escuchando el sonido del agua correr sentada en una roca durante un buen rato.

No sé cuanto tiempo llevaba allí sentada, cabizbaja, llorando con el corazón en mil pedazos recordando los buenos tiempos en casa, buscando un porqué lógico a aquella situación hasta que un crujido de ramas me hizo levantar la cabeza y mirar a mi alrededor. Me sequé las lágrimas con la mano y traté de buscar qué o quién estaba allí pero al principio no vi nada, luego sonó una voz de entre la maleza. Moví la cabeza a ambos lados y traté de dirigir la mirada hacia el origen de aquella voz conocida, agazapada detrás de un árbol estaba ella, mi amiga Erea. "Tranquila Ula, soy yo. ¿Qué haces aquí tan tarde?" le conté lo que había pasado y que no podía volver al poblado, ella se acercó y me tendió la mano "ven conmigo, se avecina muy mal tiempo y no deberías estar aquí" le ayudé a cargar el agua en las vasijas de barro y la acompañé monte a través. Me llevó a su casa, una rudimentaria casa de piedra, madera y paja donde la esperaba dos niñas preciosas de 12 y 9 años, me las presentó mientras recogía algunas cosas del bancal que tenía a las puertas de la vivienda. Me invitó a sentarme a su mesa, un tocón de árbol que sobresalía de en medio de la vivienda, como asientos unas piedras que lo rodeaban, mientras decía "Gala, Mulán esta es Ula. Ula te presento a mis sobrinas", dejamos las vasijas de agua al lado del fuego, que en esta casa se encontraba en uno de las  paredes laterales. Puso el pote de bronce algo de agua y echó las hortalizas dentro mientras decía "hoy cenaremos sopa", saqué de mi zurrón el trozo de cecina que me habían dejado coger los de mi pueblo y se lo ofrecí, "ten, échale esto si quieres". Erea me contó que en casa no comían carne, que sobrevivían a base de productos vegetales de la zona, desde tubérculos a hortalizas y legumbres que cultivaban ellos mismos. "Esta vez haremos una excepción y tomaremos lo que con agrado nos ofreces" las niñas estaban entusiasmadas y volví a meter la mano en mi equipaje "también tengo pan, ten". "Será nuestra cena sopa vegetal con algo de cecina y pan" dijo la mujer a sus sobrinas "bien" gritaron contentísimas aquellas niñas. "Gracias" murmuré con mirando al fuego mientras Erea preparaba la cena "a ti por venir" respondió ella "puedes quedarte el tiempo que necesites", me emocioné ante aquellas palabras amables.

Pasé aquella noche con aquella familia enternecedora dándole muchas vueltas a la cabeza, me habían abierto las puertas de su casa sin conocerme a penas. Me preguntaba si algún día podría volver a mi amada aldea pero a la vez me sentía en casa con aquella gente, me invitaron a pasar la noche calentita a cobijo de aquella gran tormenta que no tardó en aparecer con lluvia y fuertes vientos, rayos y truenos. Pasaron un par de días hasta que el tiempo se calmó y pudimos salir de casa, las plantas del bancal se habían roto, muchos árboles de la zona habían caído y aquel bosque se había vuelto algo inhóspito de repente, el sol había vuelto a salir y las setas emergían de entre las hojas del suelo, cogimos algunos níscalos y algo de leña y la llevamos a casa, en un hueco elevado entre las pierdas de la pared de casa habían guardado legumbres secas de la temporada pasada, fuera del alcance de los ratones de campo, aquel día comimos guiso de setas y habas. Pasaron los días y yo seguía en aquella casa con muchas preguntas que no me atreví a formular, quería saber qué había sido de los padres de Gala y Mulán, el tiempo me las fue aclarando. Erea me enseñó un monte desde el cual se veía mi antigua aldea, veía gente entrando y saliendo por el día de entre las murallas y me pareció reconocer siluetas familiares, me preguntaba si en algún momento de mi vida podría volver, aunque en el fondo supiera la respuesta. Erea empatizaba mucho con todo ser vivo y sentía tristeza verme mirar el Castro con aquellos ojos encharcados en lágrimas, "si quieres nos mudamos Ula, nos podemos ir al sur y buscar otro lugar" me dijo. No tardamos ni dos días en coger nuestros bártulos e irnos caminando al sur, llevamos lo indispensable para caminar ligeras y las niñas se vinieron con nosotras. Acabamos en lo que ahora se conoce como Facho de Donón, otro castro ubicado en una península esta vez más grande lo que hoy se conoce como O Morrazo, un montículo elevado cerca de los acantilados que miran a las Islas Cíes. Erea, Gala, Mulán y yo formamos una familia atípica para la época pero nos adaptamos al lugar perfectamente, nuestros días como errantes acabaron en aquel lugar. Vivimos y morimos felices, en paz con la tierra y la naturaleza.

Nuestras almas se reencarnaron en personas y en lugares diferentes durante la historia del ser humano, vivieron eras y lugares extraños pero curiosamente volvimos en pleno sigo XXI a nuestra Galicia natal, a vivir como mujeres empoderadas y encontrarnos con almas que antaño se conocieron. FIN

- ¡Qué historia más improvisada y bonita! Me gusta mucho y ojalá fuese cierta... puede que tal vez yo sea Erea y tú Ula.

- Nunca se sabe, a veces las almas escriben cosas que parecen inventadas y que resultan ser una mezcla de experiencias vividas en otras vidas.

- Ojalá fuese así, quien dice escribir también dice pintar... hay quien pinta cosas que no conoce como si las tuviese delante.

- Claro, cualquier forma de expresión puede ser esto... hasta los sueños.

- ¡Sin duda! ¿Y los nombres de dónde los sacas para tus historias?

- Erea de origen celta aunque en griego es un nombre que quiere decir paz y Ula de origen celta también es joya de mar, sin más.

venres, 10 de setembro de 2021

Haciendo el galgo

Haciendo el galgo me paso el día, pues soy un perro de esos que tienen la carita de lápiz, el cuerpo más bien estrecho y una silueta muy característica, soy veloz como el viento y duermo más horas que un gato. La suerte o el destino me ha hecho ser así, dormilón, esvelto, veloz y un animal con una familia que me quiere sin condición y a la que adoro de corazón, como sólo puede adorar un perro.

Hoy soy un perro afortunado, que duerme en caliente, come y bebe a diario y en varias ocasiones, que tiene chuches perrunas de lo mejorcito y que viajo en vacaciones con mi familia para ir con ella a vivir nuevas aventuras. Soy un perro feliz y querido pero te sorprenderá saber que no siempre fue así.

Cuando nací estaba con mi madre y ocho hermanos más en una fría cama de piedra, adornada con jirones de cartón y papel de periódico, vivíamos rodeados de mierda (no hablo de forma metafórica sino literal pues decenas de mojones perrunos nos rodeaban) y escuchábamos ladridos y lamentos de los perros vecinos. Hoy, que veo la tele por las noches, sé que una cárcel hubiese sido mejor y desde luego más higiénica. La celda donde estábamos era pequeña y fría, en los días de lluvia veíamos como infinidad de goteras se colaban entre aquel pseudo tejado, nos echaban de comer de vez en cuando y el agua escaseaba por momentos; los días de sol convertían aquel cubículo en un horno y por ello tres de mis hermanos murieron a los pocos días.

Mi madre nos quería a todos por igual y se puso triste con la pérdida de sus tres hijos, quedamos cinco y vivimos durante días con los cadáveres de mis hermanos al lado nuestra. Al principio no entendíamos porqué ellos no se movían, pensé incluso que estaban dormidos pero cuando entendí lo que había pasado me puse triste con mi madre galga. El humano responsable de aquellas instalaciones en uno de esos días que nos traía desperdicios como comida vino y se encontró el panorama, por suerte sacó aquellos cuerpos inertes, nos repuso agua y mi madre pudo comer algo para seguir amamantándonos, no os lo creeréis pero tuvo la decencia de limpiar un poco la mierda que nos rodeaba. Se marchó farfullando algo que no entendía bien, dijo algo como así:

"De los cinco quizá me sirváis uno o dos si sobrevivís"

Pasaron varios días hasta que aquel humano volvió a traer comida para mi madre, ella luchaba por sacar a sus cinco hijos adelante, nos quería mucho y nos cuidaba como buenamente podía. Ella miraba con ojos brillantes a aquel despojo humano cuando venía, parecía pedir clemencia sobre todo los días que en las jaulas de al lado se escuchaban golpes y quejidos de otros perros. Pasaron algunas semanas y pronto mis hermanos y yo caminamos y empezamos a comer aquella cosa que nos traía el hombre aquel, entonces nos cogió y nos examinó a todos, se llevó a dos diciendo:

"Estos dos valdrán para la caza, del resto nos desharemos"

Cuando dijo eso creo que había alguien con aquel humano pues hubo una respuesta que no tuvo mucho sentido:

"Pero papá, no puedes hacer eso"

Sonaba una voz de chico joven creo que era su hijo:

"Ha sido así siempre así que lo haré"

Por suerte para nosotros esa misma noche aquella voz que replicó a su padre vino a nuestra celda y nos abrió la puerta, hizo lo mismo con las contiguas y dos decenas de perros salieron de aquel lugar por el campo, yo y mis hermanos seguimos a mi madre quien se detuvo un instante para mirar atrás, como agradeciendo aquel gesto al chaval de a penas 14 años.

Nos fuimos y vagamos por campos durante días, cruzamos carreteras y algunos de los perros vecinos se quedaron bajo los neumáticos de algún coche, a mi madre la hirieron por accidente un domingo de temporada de caza y nos refugió en una cueva lejos de lo que había sido nuestra cárcel. Escuchamos voces a lo lejos y disparos:

"Dispara cobarde" decía una voz de hombre demasiado conocida a lo que replicaban "No lo haré" decía otra voz joven y familiar, tiró la escopeta que porteaba mientras el hombre adulto disparaba a un ciervo. Tuvimos suerte y no nos vio, estoy seguro de que nos habría devuelto a la celda donde crecimos. El chaval se alejó de su padre y la casualidad hizo que pasase por las inmediaciones de la caverna donde estábamos refugiados, vio a mi madre herida en una pata y por suerte le hizo unas curas con un pequeño botiquín que llevaba en la mochila.

Acarició a mi madre con sumo cuidado, para no asustarla demasiado y nosotros nos acercamos tímidos. "No tengáis miedo, amigos yo no soy como mi padre" y nos acarició tan suave como a la galga madre, sacó de su mochila un bocadillo enorme y un botellín de agua, nos lo ofreció a trozos y nos dio de beber. Hacía algunos días que no comíamos nada pues la herida de mi madre le impedía salir de la cueva a por alimento para su prole.

"Os ayudaré a encontrar un hogar"

Aquel fue el momento en el que mi suerte cambió junto a la de mi familia, Marcelino (que así se llamaba el chaval) contactó con una asociación de la zona que le ayudó a rescatarnos, nos sacó de la fría cueva y nos llevó a una casa de acogida. Allí conocimos lo que es la calidez de un hogar, los mimos y también algo que no me gusta demasiado pero que entiendo es necesario, las clínicas veterinarias. Nos lavaron, nos quitaron los parásitos y nos alimentaron a diario, teníamos a nuestra disposición agua limpia siempre que queríamos y poco a poco crecimos. El chaval venía a visitarnos dos veces por semana y nos mimaba mucho, para nuestra sorpresa un día apareció con una caja grande donde estaban mis otros dos hermanos, la familia se volvía a reunir otra vez. Le hicieron el mismo protocolo que a nosotros, los lavaron, los desparasitaron y nos juntaron de nuevo.

En una visita a la clínica veterinaria nos pusieron un dispositivo con una aguja que no me gustó nada, cada uno con su chip y una serie de datos que nos vinculaban a la asociación que nos estaba ayudando. Cuando teníamos unos tres meses de edad mis hermanos se fueron de aquella casa de acogida de forma escalonada, sé que cada uno fue a parar a una familia decente donde son tan afortunados como yo. Los últimos en irnos de aquel lugar fuimos mi madre y yo y por suerte nos fuimos juntos a casa de Marta, aquí es desde donde os cuento mi historia.

Esta podría ser la historia de muchos semejantes, víctimas de la caza y de los cazadores, pero una historia con final feliz. Creedme si os digo que muchos de mis semejantes no tienen tanta suerte como nosotros y terminan, como he contado que le ocurrió a alguno de mis vecinos de celda, debajo de las ruedas de los coches... a otros los tirar deliberadamente a barrancos y pozos, los tirotean y los cuelgan del pescuezo en un árbol. Y no quería que esta historia me quedara triste pero mi trayectoria vital y la de mi madre hacen que tenga que hacer mención a estos sucesos que determinados humanos llevan a cabo deliberadamente.

Y como soy de los que cree que incluso de las cosas malas sale algo bueno os diré que mi vida cambió gracias a varios factores:

Marcelino, rompió moldes y no miró a otro lado para lo que su entorno consideraba normal.

Rafa y Lía por tener a toda la familia en acogida y ser su trampolín hacia la felicidad hasta que nos fuimos cada uno a nuestra vida confortable de perro feliz.

A la asociación que ayudó a estas tres personas que inicialmente eran anónimas y se han hecho un nombre para cambiarnos la vida a todos. Si tu también quieres tener un nombre y ser especial para alguien como yo, no lo dudes:

Donde veas maltrato, denuncia, rescata, acoge, adopta, ayúdanos a ayudar a que otras personas puedan ser como yo y se puedan pasar la gran vida HACIENDO EL GALGO (también es extensible a otras razas de perro).


xoves, 9 de setembro de 2021

Ai-Torito, final feliz

Queridísimo Torito,

hace ya casi tres años que te escribí una carta cuando me enteré que habías sido adoptado, desde entonces supe muchas cosas de ti que me hacen inmensamente feliz. En un primer momento lo que nos dijeron de ti es que habías sido adoptado y que por temas de protocolo no podían ponernos en contacto con tu familia así que lamentándolo mucho estuvimos tiempo sin saber nada.

Después llegó la pandemia y en una noche de encierro alguien contactó conmigo por Instagram, ¡era tu madre! No la madre que te parió, sino la que decidió adoptarte. Lloré de alegría y emoción aquella noche, estaba como un niño la mañana de Reyes... no te lo creerías.

Me contó que después de tantas idas y venidas no eras aquel perro feliz que conocimos y describía con los ojos brillantes al hablar de ti. Eras un perro diez, alegre y algo apegado de más... Tu madre me contó que cuando llegaste a casa no eras la alegría de la fiesta como le habían prometido y que tuviste problemas de adaptación y en parte no puedo hacer otra cosa que sentirme algo responsable de ello. Estuviste con nosotras dos meses y cambiaste de hogar hasta en seis ocasiones... Nuestra casa siempre fue la tuya, pese a que a Koi no le sentaba bien tu presencia, se apagaba por momentos... ese fue el motivo por el que consideramos que este no era tu sitio y hoy lo sé firmemente, tu sitio es al lado de tu hermano Thor, con una familia en la que eres feliz, ellos te quieren y estoy segura de que tú le das mucho amor... Desde aquel día he recibido fotos y vídeos en las que te veo sonreír como sonreías con nosotras, hacer el payasete, correr, saltar y ser feliz...

Aitor y Thor, aunque para nosotras serás siempre Torito

Ai-Torito, no sabes lo que te seguimos queriendo... Nos alegramos inmensamente de que hoy seas feliz y lamentamos que el camino hasta esa felicidad haya sido tan zigzagueante. Tengo que confesar que tiempo después de tu marcha y adopción definitiva llegó a nuestra vida otra adopción fallida, como ya te dije en la carta anterior no deberían existir estas cosas pero siguen pasando. Lena vino después de la oportunidad que le dio una familia durante 12h, luego decidieron que era una perra agresiva y la devolvieron como quien devuelve un jersey en Zara.

Quería explicarte, Torito lindo, que si hoy Lena se ha quedado para siempre aquí fue por la vida que le devolvió a Koi, no porque la queramos más que a ti... en el fondo sois muy parecidos pese a las diferencias de color, tamaño y sexo... Me disculpo si te parece mal que ella se haya quedado y tú no, pero estoy convencidísima de que no cambiarías tu familia actual por aquel par de locas que tenían un galgo mayor apagadito y un colgado de la pelota. La vida en el fondo nos pone a todos en nuestro lugar, a unos antes que a otros... Nos marcaste como nadie, te quisimos y te querremos siempre y puede que en algún tiempo podamos reencontrarnos para darte un abrazo y conozcas a la hermana loca que no has tenido.

Pronto querido Torito, más pronto que tarde... siempre te querremos. Sigue siendo feliz amor de can


venres, 25 de outubro de 2019

Dobre raseiro

Onte, para min, foi un día de reflexión ante a incohrencia actuación do Corpo Nacional da Policía en dous escenarios diferentes. O primeiro escenario transcorre en Madrid, no medio do circo montado polos medios de comunicación ante a exhumación dun dictador do monumento da vergoña e poserior reinhumación nun cemiterio preto de alí. Este esperpento ocorre pola mañá con concentracións fascistas tanto no coñecido monumento como no propio cemiterio, a policía nacional escolta e vela porque se cumpra a lei, non hai cargas policiais e todo transcurre nun acto para nada discreto e con demasiados honores para un señor que dou un golpe de estado, se fixo con control dun país dividido e ordeou matar e perseguir a miles de persoas durante 40 anos.

A policía, as autoridades políticas e unha familia heredeira de propiedades millonarias gracias saqueos dun pobo a mans do señor aquel, que cando o transportaba a hombros parecía máis un durum ou un tigretón rancio que un féretro, eran testemuñas de aquela homenaxe. Incluso chegou ao cemiterio un señor que entrou nuncha cámara pistola en man e pegando tiros berreando aquelo de "se sienten, coño"... Pero claro, como esta xente son xente de ben e "constitucionalista" a policía non carga para disolver.

Esa mesma tarde o señor Abascal visita Vigo, e ás portas do auditorio onde estaba citado a falar para o público había un grupo de xente manifestando o seu rexeitamente á ideoloxía que vende o partido Vox. Nós pasamos a ver o ambiente e o primeiro que nos chama a atención é o número de policías nacionais desplegados no lugar e a ubicación que lle deron ás persoas concentradas alí, un pasillo entre o murete da baixada ao parking subterráneo e unha parede do hotel que está ao lado do auditorio, diante unhas ballas metálicas e unha fila de axentes nacionais... en outras palabras, UNHA RATONEIRA, unha trampa para que no momento que houbera que facer unha carga policial o tiveran fácil para bater na xente. Nós fumos ver o ambiente alí concentrado e vendo aquela trampa decidimos cruzar e ver a concentración dende a outra beirarrúa, un fato de policías nacionais custodiando que a xente non se quedara alí.

Curiosamente o axente que se dirixeu a nós se puxo un pouco parvo, primeiro me pregunta a onde imos ao que lle respondo "a ver o percal este e tirar unhas fotos" e enseguida me espeta "pues aquí no se puede estar, si queires ver el percal te vas para allí efrente con esa gente"... A miña cara de estupefacción foi interesante ao que replico "si claro, así en caso de carga xa nos tedes a todos ben xuntiños para mallarnos", o tipo avanzando para botarnos así que como non queriamos problemas cruzamos e bordeamos o auditorio, decidimos ver o percal dende a UNED.

Os policías que custodiaban esa zona parecían máis amigables e en ningún momento nos preguntaron ou replicaron algo, estaba claro que aos chulos os poñen nos focos de tensión porque á mínima saltan. Paralelamente a esto, unha amiga con pinta de "señora de bien" pasou pola beirarrúa onde queriamos chegar para grabar e tirar fotos da concentración, a diferencia do noso intento ela puido grabar o "percal", ningún policía lle increpou nada... Curioso, non? Está claro que dúas tías con pelo curto, vestidas de sport teñen pinta de perigosas, unha muller vestida de maneira más formal e con boa pinta a convirte en non perigosa.

Deambulamos un ratiño por alí e vendo que tensión iba en aumento optamos por seguir o noso camiño para continuar coas nosas obrigas de diario. Non tardou moito en saltar a chispa e empezar a carga policial. Non vou entrar a valorar de quen empezou ou quen non, xa non estaba alí para atestigualo o que está claro e que os axentes personados naquel lugar non ían en actitude amigable, e viñan preparados para a ocasión.

E aquí un relato de como un perfil de xente non é mal tratada polo corpo nacional de policía e outros, con pintas de "jipis", "perroflautas" e "punkis antifascitas" son xulgados polos axentes e masacrados con pelotas de goma para dispersalos. Estou por apostar se toda esa xente, en lugar de portar bandeirolas antifascitas e bandeiras de Galiza con unha estrela vermella portasen bandeiras rojigualdas con motivos aviares, sería tratada de xeito moi diferente. Non hai máis que comparar esta grotesca situación en Vigo co esperpento ocorrido no cemiterio de Mingorrubio onde se corearon esloganes franquistas e que son completamente ilegais segundo a consensuada "LEI DE MEMORIA HISTÓRICA". Pero claro... os restos de Franco non son esos que ían no medio do Kebap xigante senon os que ainda quedan nas institucións e teñen tanta influencia, o que se trasladou onte foi unha momia.

Reflexionade e xulgade vos mesm@s, e extrapolade esta actitude policial a outras manifestacións e concentracións que se producen no resto do territorio españo: Catalunya, Madrid, etc... Dicídeme que me equivoco, que non hai dobre raseiro, pero onte vino cos meus propios ollos.

mércores, 19 de decembro de 2018

Miércoles reflexivos III

La Navidad es inminente, la huelo y está ahí, antes de mi próximo miércoles reflexivo. Me pregunto ¿cuántos perros se regalarán por Papá Noel en toda la península ibérica? De esos perros regalados ¿cuántos pasarán sus segundas Navidades en casa? No sé, será que soy una escéptica y tal vez demasiado práctica pero quizás deberíamos prohibir la venta de animales en estas fechas para evitar caprichos consumistas, ya habíamos dejado claro que las mascotas no son objetos sino seres vivos. Tengo que confesar que si por mí fuera, prohibiría la venta de animales en tiendas y perseguiría a la gente que se dedica a venderlos de forma clandestina en la red... Pero, vivimos en una democracia y si queremos cambiar las cosas hemos de seguir los cauces establecidos... Ojalá un día se castigue con contundencia el maltrato animal y se prohiba comerciar con mascotas.
Tenemos una nueva acogida en casa, se trata de una galguita preciosa y muy buena a la que llamamos Princesa Lena. No daré muchos datos pero diré que ha sufrido un caso como Torito, una familia caprichosa la ha devuelto después de 24h de adopción. Mejor no opino lo que pienso porque igual me tachan de radical y extremista, pero a este tipo de gente habría que enseñarles una buena lección para evitar que sigan haciendo tonterías.

Los miércoles reflexivos se han convertido en un clásico de este blog, me gusta decir abiertamente lo que pienso. Hoy os voy a contar que hace un par de días coicidimos en la palaya con varios galguitos de los que ya he hablado aquí (Koi, Poncho, Galia, Phoenix y la Princesa Lena) y también otras tres galguitas que no os he presentado todavía: Leda (amiga íntima de Lucky y Koi), Fibi y Frida. Jugaron como nunca, hasta Koi (la marmota) se animó a corretear por el lugar... Los que más corrieron fueron con diferencia Poncho y la princesa Lena y después durmieron a pierna suelta. Es maravilloso verlos tan felices después de sus muchas penurias.


domingo, 16 de decembro de 2018

Ai-Torito

Querido Torito,

nos llegan noticias desde Barcelona acerca de ti, por fin has encontrado una familia que te quiera. Espero que los dos intentos fallidos anteriores no te hayan hecho dudar ni un sólo momento que eres un perro excelente. Te queremos mucho y sentimos que no hayamos sido nosotras las que te diéramos esa oportunidad de darte un hogar definitivo, pero formamos parte de tu trampolín hacia la felicidad y eso nos hace sentirnos bien. Nos sentimos afortunadas de haberte conocido y de haber dejado que formes parte de nuestras vidas para siempre pues nos has marcado a fuego. Despedirnos de ti fue duro la primera vez, cuando viajaste a Logroño y la segunda no lo podrás imaginar nunca, se nos partió el corazón en pedacitos... Pero, ¿sabes?, fue la decisión más sabia.

Adoptar un perro es una gran responsabilidad y si lo que supone eso se convierte en un apuro es muy probable que llegues a arrepentirte. Con los seres vivos no hay lugar a equivocaciones, no deberían existir las adopciones fallidas... las familias que optan por incluír en sus vidas un perro (dos o tres, o los que san) tienen que pensárselo muy bien antes. Nosotras, por desgracia, no tenemos medios para tener de forma permanente tres perros en casa... y ojalá no fuese así porque hoy estarías a nuestro lado físicamente (emocionalmente lo estarás siempre). Sé que nos entiendes y que no nos guardas rencor por llevarte a Barcelona y despedirte allí con lágrimas en los ojos... los perros no guardan rencor. Allí te dejamos en manos de la familia Galgos 112 y nos volvimos a Galicia dudando si habíamos hecho bien. Hoy sé que sí.

Gracias por todos los momentos que nos regalaste con tu cara bonita, tu cariño y tu alegría. Se te da ta bien camelarte al personal con la técnica "gusanito" (ponerte panza arriba mientras avanzas por el sofá o la cama buscando el contacto humano). Gracias de verdad por habernos elegido como casa de acogida, cada vez tengo más claro que los perros nos escogen a nosotr@s y de ahí esas conexiones tan maravillosas que se establecen.

Hasta hace pocos días tenía miedo de que llegase la Navidad y no tuvieras una familia definitiva, pensé en escribir una carta a Santa Claus pidiéndote de nuevo para formar parte de nuestra familia, en la postdata hubiese puesto "si existe una familia que necesite un payasete bicolor, házselo llegar". Y así fue, había una familia que quería que formases parte de su vida y nosotras no queremos ser egoístas, tenemos suficiente amor perruno con Koi y Lucky... y esta situación nos pertime poder seguir ejerciendo de casa de acogida en caso de necesidad.

Dicen que a la tercera va la vencida y este es tu tercer intento. Espero no tener que volver a escribirte lamentando una imprudencia humana. De verdad, esta es la "refinitiva".

Mil veces gracias Torito (Aitor, nombre oficial) por formar parte de nosotras.

PD: Y por supuesto GRACIAS a Galgos 112 por darnos la oportunidad de incorporar a nuestro amor el de este carita de lápiz que por momentos semeja "Batman" (cuando lo miramos pensamos que si hablase diría "soy Batman" con ese antifaz tan chulo que tiene en la cara y ese tono de voz tan característico de las pelis de Nolan)

mércores, 12 de decembro de 2018

Miércoles Reflexivos III

Se acerca la Navidad, el ambiente empieza a estar sobrecargado de ese espíritu consumista. Las luces adornan las calles, en algunos lugares (como en Vigo) llegan incluso a deslumbrar al personal, la gente se lanza como loca a comprar a las tiendas como si los productos fueran gratis. A mí no me gustan demasiado estas fechas pues te acuerdas más que nunca de los que no están y en mi caso falta el principal impulsor de la decoración hogareña, mi padre. Pero no quiero entrar en detalles y aunque no me guste la Navidad, no soy un Grinch... Os deseo que disfrutéis como más os apetezca, en soledad o en compañía, con decoración o sin ella, con luces o sin ellas, con regalos o sin ellos... Cada cual que adorne y amenice estas fechas como más le venga en gana, todo es respetable si no atenta contra nadie.

Hay mucha gente que no le basta con comprar objetos como parte de los regalos que se intercambian en estas fechas, hay quien sin pensarlo mucho decide regalar una mascota. Aquí es donde entro yo a opinar y cada cual que haga su reflexión en casa:

Las mascotas no son objetos, por eso no deberían regalarse alegremente.
Las mascotas son seres vivos con necesidades de todo tipo: comen, beben, socializan, juegan, saltan, arañan, muerden, ladran, maullan, chirrían (todo depende del animal en el que estemos pensando)...

Pensemos ahora en un perro o un gato, las mascotas más comunes a mi parecer. Compramos, o en el mejor de los casos adoptamos, a un cachorro monísmo... bien sea porque Fulanito tiene uno parecido y nos hemos puestos envidios@s de lo "chulífero" que resulta o porque nos encaprichamos de uno que vimos en el escaparate de una tienda de animales.

Nos encontramos entonces la mañana de Reyes con un montón de regalos y un perrito cachorro con un lazo al cuello delante del árbol. Nuestros pequeños de casa fliparán en colores y le podrán un nombre chulo, serán sus mejores amigos por una temporada. Hasta aquí todo genial, una familia feliz con un perrete feliz y mono adornado con su lazo rojo.

Pasan los días, se cagará y meará por casa mientras no aprenda la rutina de salidas. En el mejor de los casos con cuatro o cinco meses controlará sus esfínteres y la casa permanecerá libre de defecaciones y micciones caninas... Crecerá con el paso de los meses y empezará a jugar con todo, a morder zapatos, zapatillas, ropa, explotarán los hermosos cojines del sofá... El perrito dejará ya de ser tan adorable y empezará a mosquearte un poco. Gastos de vacunas, chip, consultas veterinarias, comida... Deberás dedicarle tiempo y según qué tipo de raza sea necesitará más o menos actividad, pero desde luego un cachorro de cualquier raza necesita movimiento, eso tenlo claro... Los más peques de la casa verán como su amigo de cuatro patas se vuelve más movido, le arañará jugando, puede que le muerda con esos dientecillos de aguja que tienen los cachorretes hasta que los cambian hasta que aprenda a ser más delicado... En general los perretes son bastante listos y aprenden a adaptarse según con quién toque jugar, pero hay alguno que tarda más... te enfadarás con él porque hará llorar alguna vez al peque de la casa y el perrete te mirará sin saber qué ha pasado con la cabezita de lado. Pero puede ser peor, te romperá el móvil en algún descuido porque adorará morder cosas... robará la merienda al enano e intentará comerse su comida en algún descuido, el pienso a veces les resulta aburrido. El perrete necesitará socializar con otros congéneres caninos y querrá correr y jugar con ellos, tendrás que buscar un parque donde soltar al perro y enseñarle que aquel perro grande con pinta de malote no hace nada y evitar así que tenga miedos absurdos a otros canes de mayor tamaño... también tendrás que corregirlo si se pasa de vueltas con el pequeño del parque y evitar que entre en conflicto con más perretes si quieres crear un buen ambiente en el lugar de esparcimiento. Ah, se me había olvidado que DEBES RECOGER SU MIERDA, cuando sales a la calle y tendrás que aguantar que la gente te increpe porque no le gustan los perros. Tal vez alguien te llame la atención según el perro esté cagando por si se te olvida recoger el pastel y aunque acostumbres a hacerlo llevarás algún toque de atención antes de que la caquita toque el suelo. Otros niños se acercarán a tocar al perrete mientras es ese monísimo cachorro de anuncio, tal vez cuando sea grande le tendrá miedo sólo por su tamaño...

Te pasarán mil historias más que en muchos casos no será buenas, no voy a contarte la parte buena de todo esto porque si al leer esto ya te estás cansando, NO ADOPTES y por supuesto NO COMPRES una mascota. LAS MASCOTAS SON SERES VIVOS, NO OBJETOS y como tal tienen unas NECESIDADES que si no estás dispuest@ a asumir es mejor, por el bien de todos, que no te hagas con una.

Si pese a todo esto que te cuento sigues pensando que te gustaría tener un perro o un gato. ¡ADOPTA, NO COMPRES! Con un pequeño gesto puedes cambiarás dos vidas, la del ser que adoptas y la del hueco que deja este para que otro de la calle adopte su lugar. SEAMOS DUEÑ@S RESPONSABLES.


martes, 11 de decembro de 2018

Perdendo a fe?

Hai días nos que custa creer na humanidade da xente e hoxe é un desos. Hai algúns días comecei a escribir un conto no que un can nos contaba a súa aventura dende que o mercan na tenda ata que vai a unha casa con unha familia. Non o teño esquecido, está a medias na miña mente... pero se hoxe tivera que escribir o final desa historia remataría moi mal e non quero darlle un destino tan triste aos animáis da miña historia.

Hoxe leín nas redes sociais un par de historias que me tocaron a fibra, unha señora tiña na casa varios cans en malas condicións e un colgado dunha soga na provincia da Coruña, se non recordo mal en Ferrol. Despois leo que un can estilo cócker morre esta noite polas condicións nas que foi atopado na clínica de unhas coñecidas. Eso sumado a que estou sensible e algunha outra nova que leín por aí me minan o espíritu e síntome sin fe na humanidade.

Plantéxome moitas veces se o ser humano non será en realidad un ente sen escrúpulos nin alma por como trata aos animáis do seu entorno. O que non pega tiros por diversión nesa actividade que chama caza, acoitela e patea a un xabarín xa ferido. Outros cravan bandeiriñas e estocadas a touros nunha paraza redonda chea de xente a compás de un "OOOOLEEE"... é mellor que non siga falando pero en fin... menos mal que mañá será outro día e tal vez teña mellor ánimo ou mellores novas que ofrecervos máis que un desafogo pesimista. 

Non perdades a fe no ser humano, hay pequenos seres anónimos facendo pequenas cousas para cambiar este mundo que por momentos se me antolla tan feo.

mércores, 5 de decembro de 2018

Mércores reflexivo II

A fin de semana pasada ocorreron varias cousas no estado español. Para a desgraza de calquera causa pro-dereitos (das mulleres, dos animáis, dos inmigrantes ou do colectivo LGTB) a ultradereita entrou un partido que non quero mencionar no panorama político andaluz. Non quero entrar a facer unha valoración política nin social do asunto pero dende a perspectiva da causa que defendo neste blogue me parece un paso atrás pois esta xente pretende blindar as activades de caza e tauromaquia (noutras palabras o maltrato hacia un determinado animal). Tendo en conta dúas cousiñas de nada:
  • que moitos dos lebreles rescatados proveñen dese lugar
  • que o presidente dese partido ao que non mencionaremos é cazador orgulloso e galgueiro recoñecido
  • que ata o momento xa tiñamos dificultades á hora de recurrir ás autoridades ante certos casos de abandonos/maltratos/asesinatos
Preséntasenos un panorama ainda máis duro no momento que estos partidos rancios que seguro gobernarán Andalucía, daranlle maior amparo legal a persoas que teñan por afición maltratar animais. Pero por sorte para os nosos caralápis e para desgraza desta xentuza, seguirá habendo persoas anónimas que sigan crendo que os animáis teñen dereito a unha vida digna, que rescatará e axudará a estes animais e seguirá loitando porque as cousas cambien a mellor. Xa o di Galeano: "moitas pequenas persoas facendo pequenas cousas en lugares pequenos cambiarán o mundo" así que ánimo, non decaigamos da nosa ilusión de axudar con calquera xesto. Vou facer unha última reflexión política que resume todo esto que sen entrar en profundidade vos quería trasmitir: "se @s andaluces que foron votar o pasado domingo foran dinosaurios, votarían polo meteorito".

E cambiando do tema político a un tema algo máis agradable pero non menos importante que non se vai moito deste marco animalista deste blogue. Esta fin de semana estreouse en Vimeo o documental "Yo Galgo", un filme que pretende recoller con elegancia e sen levantar demasiadas ampollas a realidade dos nosos amigos lebreles. Recoméndovos ver o documental, a fotografía e a banda sonora están xenial e xa so por eso merece a pena, en contido quedoume curto e creo que está pensado para non ofender demasiado a eses colectivos que tratan aos galgos coma se fosen mercadorías.

domingo, 2 de decembro de 2018

Amigos Comprados. Capítulo II

Me gustaba mucho ir en el coche con mi familia y en aquella primeras vacaciones de Semana Santa nos fuimos de vacaciones a casa de la abuela, allí no podía dormir en la cama con Bruno y me dejaban en una caseta donde estaban las herramientas del jardín (que poco me gustaba aquel lugar). Las noches en casa de la abuela no gustaban, me pasaba gran parte del tiempo llorando y gimoteando para ver si alguien venía a rescatarme y llevarme a su cama pero como estaba alejada de la casa y alrededor no había muchos vecinos (era una casa de campo en el medio de no se sabe) podía aullar que nadie vendría a sacarme de allí. Por suerte los días eran más agradables, todo el día en el exterior, en el campo, en el monte... me lo pasaba pipa correteando con mi amigo Bruno o detrás de una mariposa, cualquier excusa era buena para ejercitarse. Pronto comprendí que si por el día corría mucho y me cansaba por la noche me quedaría dormido como un tronco y la estancia en la caseta de las herramientas parecería más corta.

Fue pasando el tiempo y yo crecí, aprendí todas las reglas de casa y ya no hacía "mis cositas" en casa, causé algún desperfecto en casa (algún cojín explotado, algún que otro zapato roído, peluches...) pero Bruno se reía con mis trastadas, a sus padres no le hacía mucha gracia y yo ponía mi carita de "ha sido un accidente" (sentado, cabeza gacha, mirada perdida y gimoteo de perdón). Salía dos veces al día a dar un paseo por el barrio pero me encataba ir al parque donde veía a los otros amigos de Bruno, todos querían darme mimos y se turnaban para lanzarme la pelota... Era maravilloso y cada vez que íbamos allí llegaba a casa agotado...

Pasaron los meses y el verano llegó, a Bruno lo mandaron a un campamento y yo me quedé en casa con sus padres. Ellos eran unos adultos bastante ocupados y me sacaban una vez al día a pasear, el resto del tiempo me lo pasé en el jardín donde jugaba yo sólo con las pelotas de tenis que me habían dejado  a veces alguna mariposa deambulaba por allí y yo la perseguía. Era lo que se dice un perro feliz aunque echara de menos a mi mejor amigo, sólo fueron tres semanas pero a mí me pareció una eternidad. Esos días entre mariposas y pelotas traté de hacer algún agujero en el jardín, la bronca que me calló no os la podéis imaginar, pero la técnica de la carita de "ha sido un accidente" cada vez surtía menos efecto en el padre de Bruno. Un día me dio en el culo con un periódico, el dolor no fue demasiado pero el ruido del golpe me asustó mucho... me fui a al porche de la casa y me quedé pensando en el agujero que había hecho... ¡echaba tanto de menos a Bruno! Cuando él no estaba no me llevaban al parque a correr con los amigos y no jugaban conmigo a la pelota, aunque trataba de entretenerme, por momemtos me aburría.

Burno llegó del campamento con un brazo en cabestrillo, se ve que una mala caída le había fracturado un hueso y el médico le había puesto aquel tinglado para llevar el brazo pegado al cuerpo. Corrí hacia mi amigo con alegría y él corrió hacia mí, me abrazó y me sentí feliz otra vez. Nos dirigimos al interior de la casa y para mi sorpresa los padres de Bruno no me dejaron entrar:

- A partir de ahora Pupi dormirá en el jardín, se ha estado portando mal en casa y destrozando varios de mis zapatos de piel - dijo el padre a Bruno:
- ¡Nooo! - exclamó mi amigo - No puedes hacerle eso, Pupi es mi amigo y compañero - se giró hacia la madre y le dijo - ¿Puede seguir durmiendo en casa mi perrito?
- Bueno, dejémosle hoy y a ver cómo se porta - dijo buscando un gesto de aprobación en su marido que no puso muy buena cara.

Por fin dentro otra vez, deambulé por la casa siguiendo a mi amigo Bruno. Él se sentó en el sofá y miró extrañado un paquete con papel de regalo que estaba sobre la mesa.

- Mamá, ¿y esto? - preguntó señalando aquel regalo - ¿De quién es?
- Es tuyo, por tu caída y por lo bien que te has portado en el campamento - y le guiñó un ojo en gesto de complicidad.

Bruno se bajó del sofá y yo me acerqué a olisquear aquello, no me daba buena espina pero mi amigo estaba emocionado. Como buenamente pudo y con una mano abrió aquel paquete:

- ¡Una tablet! Justo lo que quería - gritó emocionado, empezó a corretear al rededor de la mesa y a saltar en el sofá - Una tablet, una tablet.... - Me lo enseñó como si yo comprendiera lo que era aquello y lo miré ladeando la cabeza. - ¿Podemos abrila? ¿Podemos abrirla? - la emoción era enorme y yo me contagié, cogí el lazo del regalo y empecé  dar vueltas a la mesa mientras Bruno saltaba en el sofá.

- ¡Ya vale! - gritó el padre - Puedes abrirla pero relájate, mira como se ha puesto el perro de alterado - se giró hacia mí y me gritó más fuerte - ¡Quieto ya! ¡A tu sitio! - y con la cabeza gacha sin dudar un momento me fui a tumbar a mi cama.

Me quedé mirando como padre e hijo desempaquetaban la dichosa tablet. Bruno estaba emocionado, y en cuanto tuvieron lista la tablet se sentó en el sofá y se puso a jugar. Después de un rato sin seprar la vista de aquel objeto tecnológico me acerque a Bruno despacio, su padre había ido al despacho a seguir con sus informes y la madre estaba leyendo. Puse mi cabeza en el regazo de Bruno que seguía concentrado en la pantalla, para mi sorpresa me apartó con la pierna. Volví a intentar llamar su atención, fui a por mi hueso de goma y se lo puse en el sofá, él ni lo miró. La maldita tablet había absorvido toda la atención de mi amigo así que me fui con el hueso a otra parte, se lo llevé a mi lectora favorita y se lo dejé a los pies, me senté delante y gemí suavemente para que apartara su vista del libro, me miró y sonrió. Se sumergió de nuevo en la lectura y yo le acerqué más el hueso hacia sus pies y volví a gemir, Lidia (que así se llamaba la madre de Bruno) apartó el libro, marcó la hoja en la que estaba y levantó, abrió la puerta y lanzó el hueso al jardín. Salí corriendo tras el y para mi sorpresa a la vuelta me topé con la puerta de casa cerrada, traté de arrañarla y gimotear para pedir que me abrieran pero no tuve éxito. Me quedé en la cama del porche de la casa mirando al infinito con mi hueso de goma entre las patas.

Anocheció y nadie pareció percatarse de que yo estaba fuera de casa, traté de llamar la atención de los humanos rascando la puerta y gimoteando pero nadie abrió. Resignado di unas vueltas por el jardín, miré al lugar donde días antes había hecho un agujero enorme que ahora estaba tapado con tierra, ladré un rato y corrí haciendo círculos para entretenerme. Empezaba a tener hambre y recordé que había escondido un hueso en la esquina de la puerta trasera del jardín, fui hasta allí y para mi sorpresa alguien se había olvidado de cerrar. Me aventuré a salir de casa de mis dueños, merodeé por el barrio pero no me encontré con ningún humano (debe ser que le tienen miedo a la oscuridad y no salen al ponerse el sol). En mi paseo por el barrio me despisté y perdí la noción del tiempo y de la ubicación, sin querer aparecí en el parque donde Bruno y sus amigos jugaban siempre conmigo pero al ser de noche no hay ni un alma. Continué paseando sin mirar atrás, temeroso de las cosas que me deparaba esta villa...

xoves, 29 de novembro de 2018

Amigos comprados. Capítulo I

Recuerdo aquellas navidades en las que me llevaron a casa, yo era a penas un bebé, sin saber cómo ni porqué me había separado de mi madre y me habían metido en una especie de pecera con vistas a la calle, por suerte cuatro de mis hermanos estaban conmigo. Un hombre de unos 40 años entró en la tienda y dio un par de vueltas mirando a todos los animales que estábamos allí, gatos, periquitos, canarios, conejos, peces, hámsters... llegó a la altura de mi pecera y nos miró a los cinco, nos acarició mientras movíamos la colita con la esperanza de que nos sacaran de allí. El primero en ser elegido fue mi hermanito pequeño Pipo, aquel humano lo levantó en brazos (como Rafiky a Simba en El Rey León) y de la emoción no pudo contener su orina, se meó. 

Con un gesto de asco bajó a Pipo y lo soltó de mala manera en la pecera, luego nos miró otra vez. Yo estaba sentado mirando aquella escena e intentando no reirme porque Pipo le había manchado un poco la gabardina a aquel desconocido, moví la cola y gemí. El hombre me sonrió y me cogió en brazos y fue hacia el mostrador:

- Me llevaré este, parece el más civilizado de todos - el dependiente lo miró estrañado y respondió:
- Perfecto, un golden blanco... ¡buena elección!

Me pusieron un collar rojo con unha capa de metal todavía sin grabar, eligieron algunos juguetes y me llevaron de la tienda. Según salíamos miré a la pecera donde quedaban mis hermanos gimoteando, aquella fue la última vez que los vi a todos juntos. Me llevaron a casa en coche, antes de entrar me pusieron un lazo enorme a juego con el collar en el cuello. Me engancharon una correa para que caminase hasta el interior de la vivienda donde vi por primera vez a mi mejor amigo, un niño de unos seis años llamado Bruno.

Entré en aquella enorme casa (para entonces así me lo parecía) medio deslumbrado por las luces de colores que colgaban del árbol, y los adornos... madre mía los adornos, pelotas para jugar, lanzos de los que tirar... sólo pensarlo se me hace la boca agua... Pero, no adelantemos acontecimientos, os estaba contando cómo conocía a mi mejor amigo.

El suelo de aquel sitio era maravilloso, madera calentita (y no la fría baldosa de la tienda) para mis delicadas almohadillas... me pusieron en el suelo del pasillo, al fondo el árbo y en el suelo jugando con un cochecito mi amigo Bruno. Su padre lo llamó pues no se había percatado de nuestra llegada:

- ¡Bruno, Bruno! Mira lo que traje, es tu regalo de cumpleaños - se giró un momento y en cuanto me vió soltó el cochecito con el que estaba jugando, se levantó y corrió hacia mi, yo me quedé parado a medio camino, aún no sabía de qué palo iba este niño.
- No seas tímido, dijo - no sé si por mí o por el pequeño humano - hay que ponerle un nombre...

Al llegar a un metro de mí, Bruno se detuvo a analizarme, se ve que no quería asustarme pero en su rostro vi la alegría y las ganas que tenía de achucharme. Yo me senté moviendo la cola, esperando a que mi nuevo amigo se decidiera a darme unos mimos ladré un poquito de la alegría (porque yo también estaba muy contento de conocerlo) y tímidamente el niño se acercó y suavemente me acarició la cabeza, se agachó y se sentó delante de mi. Yo salté sobre él de la emoción y el abrazo que me dio no lo olvidaré jamás, habíamos conectado. Nos quedamos un buen rato en el pasillo, las caricias y los rasquidos que aquel niño me brindaba eran como estar en el cielo.

- ¡Pupi! - dijo Bruno dirigiéndose a su padre - le llamaremos Pupi.

Se dirigió a mí y me invitó a que lo siguiese, quería enseñarme la casa como buen anfitrión. Yo sólo quería jugar así que perseguía sus pies e intentaba morder sus zapatillas con forma de elefante, me parecían tan simpaticas y tentadoras... Cuando estábamos en el salón me entraron ganas de hacer pis, fui a la alfombra más cercana y me agaché... ¡no podía aguantar más!

- ¡No! Perro malo - me gritó una mujer que acababa de entrar al salón - Eso no se hace ahí - miró a Bruno y dirigiéndose a él:
- ¿Te gusta? Ha sido idea de tu padre...
- ¡Me encanta! Es mi nuevo mejor amigo, se llama Pupi mamá - le contestó.
- Pues ahora debemos educarlo y enseñarle a hacer esas cosas fuera. Llévalo al jardín por si tiene más regalitos escondidos - le sugirió.
- Vale, avísame para merendar

Bruno me llevó al pequeño jardín de la casa, donde se econtraba también el garaje. Allí intentó jugar conmigo con una pelota de fútbol, yo quería morderla pero era demasiado grande. Al rato me trajo una pelota de tenis y me la enseñó, desde aquel momento me hice fan de los juegos con pelotas pequeñas. Bruno me lanzó la pelota cerca, yo intentaba perseguirla, pero me cansaba enseguida y me entraba el sueño. Entre juegos y pequeñas sientas fue transcurriendo mi primera tarde con Bruno... Su madre le llamó para merendar y volvimos al interior de la casa donde me dediqué a explorar mientras mi nuevo amigo se comía un suculento bocadillo de choped. Con la emoción de los juegos me había olvidado de hacer caca en jardín y un apretón muy grande mi invadió el cuerpo, corrí como pude hasta la puerta de entrada y allí "planté mi primer pino" (menuda expresión utilizan los humanos). Esta vez el padre de Bruno me pilló en el asunto:
- ¡No! - gritó con su voz grave - ¡Eso no se hace! - me avergoncé enseguida y me quedé sentado con la cabeza gacha.
- Empezamos bien -dijo la madre desde el otro lado del pasillo- no lleva ni cuatro horas aquí y ya se lo ha hecho en casa dos veces.
- Es un bebé y todavía no sabe dónde tiene que hacer sus necesidades, aprenderá. Esta raza de perro es muy inteligente y buena, ya lo verás - se acercó cariñosamente a ella y la besó. Fue a la cocina a por una bolsa y algo para limpiar mi "regalito".

Volví al salón donde estaba Bruno, no sin antes inspeccionar el árbol de navidad, me parecía muy atractivo toda aquella parafernalia colgada, sobre todo las bolas tal relucientes. Como mi amigo no había terminado de merendar volví al árbol y cogí una de las bolas que estaban a mi altura, no me costó demasiado. La intentaba morder y se me escapaba, no era como la de tenis, era dura y tenía un efecto espejo muy simpático (cada vez que me acercaba para intentar morderla veía mi nariz aumentada y eso me causaba risa). Bruno me vio perseguir aquella bola y empezó a reirse, traté de acercársela para seguir jugando. El padre de Bruno me pilló y me sacó el juguete:
- Con eso no se juega - dijo y me ofreció a cambio un hueso de goma que pitaba al morderlo (un buen cambio). Después se dirigió a su hijo - Bruno, no dejes que el perro juegue con los adornos del árbol, los puede romper y lo que es peor, pueden sentarle mal si se astilla cualquiera de las bolas y se traga un trozo. ¿Vale?
- Entendido - respondió Bruno con la boca llena, se había metido del tirón el último trozo de bocadillo que le quedaba.

Jugamos toda la tarde en el saló y de vez en cuando me sacaban al jardín con el fin de que consiguiera hacer mis necesidades allí. No sería aquel día cuando aprendí que el pis y la caca se hace de la puerta para fuera, pero empezaron a repetirme patrones de comportamiento. Si hacía un pis en casa me decían "no" y me sacaban. Con toda la emoción de aquella tarde ni siquiera había tendio tiempo de pensar en mis hermanos, pero llegó la noche y los humanos se fueron a dormir. Yo me quedé en lo quera mi nueva cama en la cocina y me entraron ganas de llorar.

Lloraba porque ahora estaba sólo, porque pensaba en mis hermanos que se habían quedado en la tienda, porque echaba de menos a mi madre y porque ahora Bruno no estaba conmigo. Habían apagado todas las luces y cerrado algunas puertas de la casa, yo tenía miedo... deambulé a oscuras por el lugar y  lloré cada vez más alto, en la cocina el suelo estaba frío era de baldosa como el de la tienda aquella de la que venía... Si me tumbaba en el suelo me daba frío en la barriga así que me fui a mi camita donde seguí llorando. Escuché un ruido, una puerta parece haberse abierto y una luz se encendió (pude verlo por la ranura de la puerta), unos pasos se acercaban y alguien abrió:
- ¡Shhhh! Calla - dijo la voz de mi amigo Bruno entre susurros - ¡Ven conmigo!
Perseguí sus pies hasta su habitación, me ayudó a subirme a su cama y se metió en ella. Yo me quedé encima del edredón al lado de su cara, con mi cabeza en aquela almohada tan cómoda, gemí un poco en señal de agradecimiento y él me abrazó. Nos quedamos dormidos enseguida. Ahora sí que estaba a gusto, el miedo se había ido y las ganas de llorar también. Seguía pensando en mis hermanos y en lo que echaba de menos a mi madre pero por lo menos tenía un amigo y eso me consolaba.

Aquella fue la primera noche que dormí con Bruno, después se convertiría en algo habitual. Pasaron los días y la familia vino a cenar en navidad, los primos de Bruno jugaron mucho conmigo y parece ser que a algún adulto no le gusté demasiado. Yo intentaba poner siempre mi mejor cara y ser entrañable, a veces me sentaba y ponía mi cabeza de lado mirando a los humanos que nos visitaban (eso causaba sensación en la mayoría de la gente)... Pasaron aquellas fechas navideñas, después llegó el caranaval (vaya sustos con algunos disfraces), y Semana Santa. Yo crecía a pasos agigantados...

mércores, 21 de novembro de 2018

Miércoles reflexivo

Hoy estoy reflexiva y además en castellano, para que todas las peronas del Estado pueda entenderme. Es obvio que me gustan los perros y los gatos, de echo siempre me han gustado y soy de esas persoas afortunadas que toda su vida ha crecido entre ellos. En mi casa siempre ha habido perros y gatos, ellos eran animales de compañía y como tal eran parte de la familia. Lloramos muchas pérdidas y nos dijimos una y otra vez que no volveríamos a pasar por ese dolor que produce su marcha. Por suerte y por desgracia (suerte la nuestra y desgracia la del animal) siempre había un perro o gato que aparecía en nuestras vidas y al mirarles no podíamos cerrar nuestro corazón y mucho menos la puerta de casa.

Recuerdo que me hablaron de animales que no llegué a conocer (Chiña, Mamo...) otros perros los rescuerdo porque tuve trato con ellos Amis, Napo, Lonxe, Nuca, Yaky, Spanky, Brush, Odie, ... y gatos: Roxo, Rufo, Pelu, Trudi, Pepa, Negri, ... He vivido varios partos de nuestra primera gata, la ilusión que me hizo ver nacer a Trudi y a sus hermanos, inlcuso al que nació con parálisis y que tras varios días no pudo salir adelante... He adoptado hasta pichones el tiro que rescatamos de la Isla de A Toxa cuando los pijos iban allí a pegarle tiros a palomas sin cola... Siempre sufriendo los abandonos de algunos animales que llegaron en malas condiciones a casa, llorando la muerte de todos los que he enumerado y otros que ahora mismo no recuerdo... Una vez, otra vez, y otra... y esto en un barrio de un pueblo relativamente pequeño y a una muy corta edad.

Me independicé y me mudé a la ciudad gallega con más perro por habitante, Vigo. Una ciudad con pocas infraestructuras para nuestras mascotas caninas... pero no quería hacer política y criticar las deficiencias de esta ciudad así que pasaremos por encima este comentario (ya me explayaré en otra ocasión). Como seguía en contacto con los animales de casa, una perrita y varios gatos no echaba de menos el contacto animal en mi vida diaria... con el paso del tiempo me enamoré y por primera vez me fui a vivir en pareja. Aún no sé muy bien como acabo con cachorro adoptado de una camada indeseada de la perrita de unos familiares de una amiga... el caso es que Lucky llega a casa y poco después Koi de la mano de Galgos 112 y gracias a mi esposa.

Yo, que no me gustaban mucho los galgos, acabo colaborando en pareja primero con una adopción y posteriormente con todas las locuras caninas que os he ido narrando estos últimos meses. ¿Por qué? Me pregunta alguna gente o ¿cómo? ... El cómo no lo sé muy bien, el porqué... ¡Pff! Es complicado explicarlo al detalle, pero de entrada mi amor por los animales heredado de mi madre, por haber crecido rodeada de pelos, porque ahora tengo una visión más genérica y global de la situación de muchos animales, sobre todo de perros de caza en este país de culto al maltrato animal.

Sí, hablo de España como un país de culto al maltrato animal... Se exporta como imagen el toreo como pasión y culto español... ¡ESO ES DE SÁDICOS! Disfrutar viendo como un animal muere torturado... NO ES CULTURA, porque si lo fuese deberíamos aceptar el canibalismo como gastronomía. Será tradición, pero esas cosas se cambian porque los pueblos evolucionan... ¿O a caso seguimos poniendo ante los leones a los esclavos? ¿O no hemos abolido la esclavitud? Todo eso era tradición y cultura en su época...

Cada día entro en las redes sociales y se me cae el alma a los pies, perros abandonados, maltratados, heridos, descuidados, desnutridos... algunos tiene la suerte de ser rescatados, otros se quedan en el camino... ¿Por qué seguir luchando por ellos si el sentimiento que te queda después de una mala noticia es desolador? ¿Habéis visto ese vídeo donde varios perros se despeñan porque el señorito cazado de turno no tiene ningún tipo de miramiento y los azuza? ¿Habéis leido algún comunicado de las diferentes federaciones de caza? Sí, muy señor@s mí@s cada vídeo, cada caso de maltrato te mina... ¿Y por qué hay gente que sigue en la brecha sin decaer en la lucha por los derechos de nuestras mascotas?

No puedo hablar por todo el mundo, puedo hablar por mí y os diré que muchas veces me entran ganas de llorar cuando veo estas injusticias, otras me emociono sólo con pensar en eso y me entran romper cosas... Pero luego miro a Koi, a Lucky, a Peta, a Tomi, a Ray o a Patus... y en sus ojos veo que mientras pueda ayudar a uno de esos seres cubiertos lo seguiré haciendo, el agradecimiento que muestran es mucho mayor que el de muchas personas. Por Koi colaboro con Galgos 112, me emociono y me implico, acogo cuando puedo... por Torito, por Penny... por ellos, porque la delegada de mi zona me contagia su ilusión, porque me resulta fácil un pequeño gesto que provoca tantas cosas buenas... Es abrumador el sólo pensarlo... Decían por ahí una frase que me encanta:

"Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo."

Y sí, prefiero hacer cosas pequeñas por y para nuestros amigos peludos porque ellos no defraudan y algunas personas en esta vida sí me han fallado. Con esto no quiero decir que haya perdido la fe en el ser humano ¡eh! ¿No quieres ser de esa gente pequeña en lugares pequeños haciendo cosas pequeñas? ¿A qué esperas? Si ves a un animal en apuros ayúdale, si ves un maltrato animal denúncialo, si puedes tener una mascota ADOPTA (NO COMPRES), HÁZTE CASA DE ACOGIDA, colabora con material en alguna protectora que lo necesite, con dinero si lo consideras oportuno, ayuda a pasear a los perros de los refugios... hay mil cosas que puedes hacer y que pueden no suponerte un gran trabajo. ¡AYÚDANOS A AYUDAR!

mércores, 14 de novembro de 2018

PHOENIX

Phoenix acaparando sofá.

Nome: Phoenix
Orixe: Valencia
Idade: 13 anos
Adora: Pasear, durmir e comer
Odia: a noite e sentirse so
Nunha palabra: avó

Breve historia: 

Pensamos que o noso puzzle estaba xa completo coa adopción de Galia, pero non! Phoenix é un can que foi devolto á asociación Galgos 112 despois de 10 anos adoptado en Valencia,  ao parecer el xa non encaixaba nos plans de vida da que foi a súa "familia" (imos obviar pronunciarnos ao respecto). Foi un frechazo! Este galgo chegou en condicións de descoido, daba a sensación que fora sacado dun trasteiro tras 10 anos alí metido. Dende o minuto 1 adaptouse perfectamente ás nosas vida. Como bo galgo é un acaparador de sofá, encántalle pasear e maila a súa idade fai piruetas dando voltas sobre si mesmo da alegría que lle produce saír na compaña da súa familia. Cando chega a hora de comida é adorable... Non lle gusta nada a noite, síntese inseguro no patio cando o sacamos a facer o último pis do día e a súa teima é tratar de escaparse se te despistas (é como se temera que o foramos a deixar alí tirado coma un trasto vello). Hoxe vive feliz con unha FAMILIA de verdade que o adora e fai moi bo equipo coa súa irmá Galia, que gracias a el parece socializar máis coas persoas... Son tan adorables! Obviamente somos unhas vítimas máis desta marabillosa enfermidade de Galguitis Aguda... Ecnántanos!

María e familia


----------- VERSIÓN EN CASTELLANO -----------

Nombre: Phoenix
Origen: Valencia
Edad: 13 años
Adora: Pasear, dormir y comer
Odia: la noche y sentirse sólo
En una palabra: abuelete

Breve historia:

Pensamos que nuestro puzzle ya estaba completo con la adopción de Galia, pero no! Phoenix es un perro que fue devuelto a la asociación Galgos 112 después de 10 años adoptado en Valencia, al parecer no encajaba en los planes de vida de la que fue su "familia" (vamos a obviar pronuncarnos al respecto). ¡Fue un flechazo! Este galgo llegó en condiciones de descuido, daba la sensación que fuera sacado de un trastero tras 10 años allí metido. Desde el minuto 1 se adaptó perfectamente a nuestras vidas. Como buen galgo es un acaparador de sofá, le encanta pasear y pese a su edad hace piruetas dando vueltas sobre sí mismo de la alegría que le produce salir en compañía de su familia. Cuando llega la hora de comer es adorable... No le gusta nada la noche, se siente inseguro en el patio cuando lo sacamos a hacer el ultimo pis del día y su obsesión es escaparse si te despistas (es como si temiera que lo fuésemos a dejar allí tirado cual trasto viejo). Hoy vive feliz con una FAMILIA de verdad que lo adora y hace muy buen equipo con su hermana Galia, que gracias a él parece socializar más con las personas... ¡son tan adorables! Obviamente somos unas víctimas más de esta adorable enfermedad Galguitis Aguda... ¡Nos encanta!

María y familia