mércores, 12 de decembro de 2018

Miércoles Reflexivos III

Se acerca la Navidad, el ambiente empieza a estar sobrecargado de ese espíritu consumista. Las luces adornan las calles, en algunos lugares (como en Vigo) llegan incluso a deslumbrar al personal, la gente se lanza como loca a comprar a las tiendas como si los productos fueran gratis. A mí no me gustan demasiado estas fechas pues te acuerdas más que nunca de los que no están y en mi caso falta el principal impulsor de la decoración hogareña, mi padre. Pero no quiero entrar en detalles y aunque no me guste la Navidad, no soy un Grinch... Os deseo que disfrutéis como más os apetezca, en soledad o en compañía, con decoración o sin ella, con luces o sin ellas, con regalos o sin ellos... Cada cual que adorne y amenice estas fechas como más le venga en gana, todo es respetable si no atenta contra nadie.

Hay mucha gente que no le basta con comprar objetos como parte de los regalos que se intercambian en estas fechas, hay quien sin pensarlo mucho decide regalar una mascota. Aquí es donde entro yo a opinar y cada cual que haga su reflexión en casa:

Las mascotas no son objetos, por eso no deberían regalarse alegremente.
Las mascotas son seres vivos con necesidades de todo tipo: comen, beben, socializan, juegan, saltan, arañan, muerden, ladran, maullan, chirrían (todo depende del animal en el que estemos pensando)...

Pensemos ahora en un perro o un gato, las mascotas más comunes a mi parecer. Compramos, o en el mejor de los casos adoptamos, a un cachorro monísmo... bien sea porque Fulanito tiene uno parecido y nos hemos puestos envidios@s de lo "chulífero" que resulta o porque nos encaprichamos de uno que vimos en el escaparate de una tienda de animales.

Nos encontramos entonces la mañana de Reyes con un montón de regalos y un perrito cachorro con un lazo al cuello delante del árbol. Nuestros pequeños de casa fliparán en colores y le podrán un nombre chulo, serán sus mejores amigos por una temporada. Hasta aquí todo genial, una familia feliz con un perrete feliz y mono adornado con su lazo rojo.

Pasan los días, se cagará y meará por casa mientras no aprenda la rutina de salidas. En el mejor de los casos con cuatro o cinco meses controlará sus esfínteres y la casa permanecerá libre de defecaciones y micciones caninas... Crecerá con el paso de los meses y empezará a jugar con todo, a morder zapatos, zapatillas, ropa, explotarán los hermosos cojines del sofá... El perrito dejará ya de ser tan adorable y empezará a mosquearte un poco. Gastos de vacunas, chip, consultas veterinarias, comida... Deberás dedicarle tiempo y según qué tipo de raza sea necesitará más o menos actividad, pero desde luego un cachorro de cualquier raza necesita movimiento, eso tenlo claro... Los más peques de la casa verán como su amigo de cuatro patas se vuelve más movido, le arañará jugando, puede que le muerda con esos dientecillos de aguja que tienen los cachorretes hasta que los cambian hasta que aprenda a ser más delicado... En general los perretes son bastante listos y aprenden a adaptarse según con quién toque jugar, pero hay alguno que tarda más... te enfadarás con él porque hará llorar alguna vez al peque de la casa y el perrete te mirará sin saber qué ha pasado con la cabezita de lado. Pero puede ser peor, te romperá el móvil en algún descuido porque adorará morder cosas... robará la merienda al enano e intentará comerse su comida en algún descuido, el pienso a veces les resulta aburrido. El perrete necesitará socializar con otros congéneres caninos y querrá correr y jugar con ellos, tendrás que buscar un parque donde soltar al perro y enseñarle que aquel perro grande con pinta de malote no hace nada y evitar así que tenga miedos absurdos a otros canes de mayor tamaño... también tendrás que corregirlo si se pasa de vueltas con el pequeño del parque y evitar que entre en conflicto con más perretes si quieres crear un buen ambiente en el lugar de esparcimiento. Ah, se me había olvidado que DEBES RECOGER SU MIERDA, cuando sales a la calle y tendrás que aguantar que la gente te increpe porque no le gustan los perros. Tal vez alguien te llame la atención según el perro esté cagando por si se te olvida recoger el pastel y aunque acostumbres a hacerlo llevarás algún toque de atención antes de que la caquita toque el suelo. Otros niños se acercarán a tocar al perrete mientras es ese monísimo cachorro de anuncio, tal vez cuando sea grande le tendrá miedo sólo por su tamaño...

Te pasarán mil historias más que en muchos casos no será buenas, no voy a contarte la parte buena de todo esto porque si al leer esto ya te estás cansando, NO ADOPTES y por supuesto NO COMPRES una mascota. LAS MASCOTAS SON SERES VIVOS, NO OBJETOS y como tal tienen unas NECESIDADES que si no estás dispuest@ a asumir es mejor, por el bien de todos, que no te hagas con una.

Si pese a todo esto que te cuento sigues pensando que te gustaría tener un perro o un gato. ¡ADOPTA, NO COMPRES! Con un pequeño gesto puedes cambiarás dos vidas, la del ser que adoptas y la del hueco que deja este para que otro de la calle adopte su lugar. SEAMOS DUEÑ@S RESPONSABLES.


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